
¿Amor o castigo?
¿Muriendo sola o contigo?
Necesito tu piel
y no tengo tu abrigo.
Recuerdo aquel sabor
que ardientemente me hechizó;
y cuando saboreando el pecado,
este se incorporó a mi destino.
Salvaje sobre domado,
mi cuerpo se sometía
a los caprichos que la perdición
en el camino me disponía.
Sucumbimos al precipicio
dulcemente y sin darnos cuenta
rodamos hacia el vacío
tan locos como perdidos.
Precipitarse ante la vida, aún sabiendo que existe un peligro. Eso es vivirla y saborearla plenamente.
ResponderEliminarMe ha encantado tu escrito.
Un beso y un susurro
lindo poema ... me gustó <3
ResponderEliminar